Autores en KulturArt: Poesía
Antonio Alfeca Margen Cero: Almiar e-mail
______________________________________________________
Inauguración
Cuando la sed me puede te veo realizada, casi rodeando un tesoro
en la celeste bóveda que se va escapando.
Te perfilas como un manto que resoles danza
y mi suave elefante se disuelve como las cortezas
mientras le llueves esponja para sorber océanos y brillarlos por el iris.
Tu afiche o náufraga agujita clavada en el momento
tan difícil de ahincar cuando el norte es menos norte;
el magma rotundo de los colores; las presencias, tan formidables
como negra escarcha o un paladar apagado.
Y pareces lavarlo todo en tu húmeda espesura informe,
a ti cayendo y sintiendo desde ti
el bostezo púrpura de los años;
y te apartas para que te cumpla el fulgor instante
de vivir, morir y todo lo contrario.
Oculto
Nube gris traje reflejado en un espejo,
nube tan cargada como el sueño matutino
que se deshace turbión en un vaso oscuro
donde ignoradamente vivo continúa olvido sin desmemoria.
Grávida cárcel cuando miras los ojos indiscutibles,
los teoremas imborrables como sinvacíos,
vapores consumados, perfectos
como la línea que no acierta a deslindarlos.
Morirás algún día dejándote caer maná, flechas,
simple agua que se miente y se rehace
mientras al otro lado queda el hueco
salado que a cada instante abres.
Escaleras de mar renuevan empellones,
baldas de mercurio, lunas y lunas,
jamás columnas de suelo o habitación desesperada,
jamás tierra, pie, hueso, grabado laberinto
ni rastro de oído y de su lengua
ni siquiera el aquilón de mármol
que en extremo congrega la sed del azogue,
esa nublada vista que nos contempla
nadas desde ninguna parte.
UN ojo que no ves y no te ve: crea.
Una pulpa que tiñ e diferencia
y los dientes que ella siempre ha deseado
en su hueco habitual e inverosímil.
No mediaba un pájaro de sospecha
entre la ventana y el primer momento.
Pasado imperfecto (canté, mentí),
oscura luz de los pesares que has gozado,
bruma por el puente que no avisa
cuándo el agua es un mármol o suspiro.
Remonta el esmeril absurdo como un mundo, ama
sobre la dolorosa tonelada que vives
hasta que el vapor te ciegue si ojos acaso,
si acaso tú, colchón y roca,
paladar que duerme o habita en el asombro. Fe
Pero el cielo tiene una punzada; más da que galope
al cielo impenetrablemente verde,
a púas de sal para escaleras descalzas. Sabes
que el llanto puede acudir como un asombro que ciega,
con su autobús vacío, con esa telilla tan cierta
que disuelve la voz de la espesura y tapia a un niñ o oscuro
después de haber mordido pechos cansados, viejos almanaques,
la penumbra que late en la buhardilla.
Si un caracol te puebla, lloverá la sed del misterio
y será hermoso ser para ningún ciego el absoluto
y será el rechinar de dientes para quienes ver parecen
una estampa que no puede subir más allá de su pared
o el fuego clavado de un proyectil y su catapulta:
la ventana está llena de cualquier luz
y la luz lava sin permiso las cosas
al cabo aladas como un soplo.
Nubes sutiles, traslúcido lecho,
goznes que en su ser de agua soplan sin lugar
a todo lo ciego salvo en el breve punto
en que se pulula y se mata o amor existe.
Allí los innúmeros frutos que esconden algún vidrio pergeñado,
la sólida voz de las luciérnagas para que vuelva Luego;
alféizar o esperanza, el caracol naciente;
pájaros quizá con un punto de escarcha
que devoran la luz del olvido constante
y una serpiente que mientras copula piensa.
Tal vez los libros se revuelcan en plazas o arcillas
o rehacen la exacta coordenada milésima
tan fehacientes, tan de verdad verídica,
tan de cristal totalmente acabado;
mas el renglón desconocido posee sólo su altar
donde ni almas de sacrificio moran
ni el embrión müerto de las ausencias
ni la boca de la boca que engulle
ni un ojo para el sincolor insomne
mientras ellas siguen tensamente dulces
arraigando un hoy ya no para mañana.
Antonio Alfeca Margen Cero: Almiar e-mail
______________________________________________________
Inauguración
Cuando la sed me puede te veo realizada, casi rodeando un tesoro
en la celeste bóveda que se va escapando.
Te perfilas como un manto que resoles danza
y mi suave elefante se disuelve como las cortezas
mientras le llueves esponja para sorber océanos y brillarlos por el iris.
Tu afiche o náufraga agujita clavada en el momento
tan difícil de ahincar cuando el norte es menos norte;
el magma rotundo de los colores; las presencias, tan formidables
como negra escarcha o un paladar apagado.
Y pareces lavarlo todo en tu húmeda espesura informe,
a ti cayendo y sintiendo desde ti
el bostezo púrpura de los años;
y te apartas para que te cumpla el fulgor instante
de vivir, morir y todo lo contrario.
Oculto
Nube gris traje reflejado en un espejo,
nube tan cargada como el sueño matutino
que se deshace turbión en un vaso oscuro
donde ignoradamente vivo continúa olvido sin desmemoria.
Grávida cárcel cuando miras los ojos indiscutibles,
los teoremas imborrables como sinvacíos,
vapores consumados, perfectos
como la línea que no acierta a deslindarlos.
Morirás algún día dejándote caer maná, flechas,
simple agua que se miente y se rehace
mientras al otro lado queda el hueco
salado que a cada instante abres.
Escaleras de mar renuevan empellones,
baldas de mercurio, lunas y lunas,
jamás columnas de suelo o habitación desesperada,
jamás tierra, pie, hueso, grabado laberinto
ni rastro de oído y de su lengua
ni siquiera el aquilón de mármol
que en extremo congrega la sed del azogue,
esa nublada vista que nos contempla
nadas desde ninguna parte.
UN ojo que no ves y no te ve: crea.
Una pulpa que tiñ e diferencia
y los dientes que ella siempre ha deseado
en su hueco habitual e inverosímil.
No mediaba un pájaro de sospecha
entre la ventana y el primer momento.
Pasado imperfecto (canté, mentí),
oscura luz de los pesares que has gozado,
bruma por el puente que no avisa
cuándo el agua es un mármol o suspiro.
Remonta el esmeril absurdo como un mundo, ama
sobre la dolorosa tonelada que vives
hasta que el vapor te ciegue si ojos acaso,
si acaso tú, colchón y roca,
paladar que duerme o habita en el asombro. Fe
Pero el cielo tiene una punzada; más da que galope
al cielo impenetrablemente verde,
a púas de sal para escaleras descalzas. Sabes
que el llanto puede acudir como un asombro que ciega,
con su autobús vacío, con esa telilla tan cierta
que disuelve la voz de la espesura y tapia a un niñ o oscuro
después de haber mordido pechos cansados, viejos almanaques,
la penumbra que late en la buhardilla.
Si un caracol te puebla, lloverá la sed del misterio
y será hermoso ser para ningún ciego el absoluto
y será el rechinar de dientes para quienes ver parecen
una estampa que no puede subir más allá de su pared
o el fuego clavado de un proyectil y su catapulta:
la ventana está llena de cualquier luz
y la luz lava sin permiso las cosas
al cabo aladas como un soplo.
Nubes sutiles, traslúcido lecho,
goznes que en su ser de agua soplan sin lugar
a todo lo ciego salvo en el breve punto
en que se pulula y se mata o amor existe.
Allí los innúmeros frutos que esconden algún vidrio pergeñado,
la sólida voz de las luciérnagas para que vuelva Luego;
alféizar o esperanza, el caracol naciente;
pájaros quizá con un punto de escarcha
que devoran la luz del olvido constante
y una serpiente que mientras copula piensa.
Tal vez los libros se revuelcan en plazas o arcillas
o rehacen la exacta coordenada milésima
tan fehacientes, tan de verdad verídica,
tan de cristal totalmente acabado;
mas el renglón desconocido posee sólo su altar
donde ni almas de sacrificio moran
ni el embrión müerto de las ausencias
ni la boca de la boca que engulle
ni un ojo para el sincolor insomne
mientras ellas siguen tensamente dulces
arraigando un hoy ya no para mañana.
Paraguas Apuntar al cielo no es suplica o mortal estoque ni ansia siquieracomo un corazón asida, ni tampoco la absoluta certidumbre de que losotoños van a derramarse. Si arriba empuñas, no látigo ni sable; si sometes, no cualidad detrébede cansado ni metrónomo en calles mojadas ni árbol amparando elfrágil tesoro de los días. ¿Te protege de tu mar cayendo como un miedo? -él, temblorosa rosade radios equidistantes-; ¿te protege de tu dorada risa que de repentecruje y repica como un recuerdo amortecido? -allá allá muy arriba,donde cada lugar perdió el sentido y pensar es tan aroma como tortuga-. Déjalo, déjalo a su olvido y silencio meditando un golpe henchidoen la tormenta, meditando la pausa voraz de los días en la certeza deque nadarás tu caballo o tu ave del paraíso o tus hojas como dócilescadáveres de sueño. No volver Mas tierra se evapora ahíta de surcos y vertederas, luces que noacaban de caber en su sumidero entre el cristal y el azogue, luces quemás no son clarines, sinfonías alertas, escaleras que lo son mientrassu subida mientes. Dónde el detalle de la duna como un cuerpo, como un rientetumulto, su jacinto o su cisne que alucina al encanto, los velocesolivos que dejan un sabor en la pupila, la pupila señuelo de losseñuelos tras la cual los minutos viajaban como cuerpos o su sombra. Más vapor, más luciérnagas brotando carmines vencidos, la cancióndurable para oídos ningunos con clave en tú mientras se confunden ydevoran las huellas del mundo, las cruces, esos trofeos gastados por elhambre que pende sobre tu cabeza. Tu pelo muerto como un vientre recién nacido, tu visaje comohiedra desaparecida si no te olvidas de cuándo, si olvidas, si al finalno hay más que olvido y si te unes ya sólo unes, ya unión sólo existemás que nube extendiéndose infinita con el vigor insospechado delpenúltimo beso. | Nube tras nube Más rápida que el ojo, más cierta que una losa, más perdida que lasombra de un torrente, más sin tierra que una estrella engullida caminala nube como con miedo a pisar nada. Sin años para vestir toda la pena ni para ensillar el torbellino osu firmamento, la luz que la acompaña es otra de otra, y tras la dudapasa. Colores parece, y pinta y regala iris por detrás de su indómitaaltura con riesgo de no ser o estar o pretérito anterior o fugaanticipada. ¿Y qué le será la muerte más que pasar ella misma removiendo uninútil antes que cielo y sentir que a un lado las hormigas vuelan,serpean, circulan o duermen incluso? Te pienso. Ya eres la entraña de un caracol insomne tejiendo odestejiendo los caminos. Y no hay demora ni roce ni aun párpado que seresigna: nomás agua en que aún has muerto, sueño que ayer matas ymatas. Primera nebulosa Saberte recuerdo o pulpa en las manos sigue abriendo fauces oecuaciones. Contadores severos rugen túneles en el aire. Tú sólo mirasy discurres silenciosa. Tú con la gracia incógnita de limpio que no acierta a cumplir losmomentos, que corretea sin moverse y en algún punto atina a morderse. Ynace Si las arenas supieran... Pero sólo se mueven. Son múltiplos de unpretérito perfecto. Tú promesa inacabada de los mundos, caracola de loshumos que adivino y los días petrificados. Detenerse, ascender quizá o sumirse en la flor sin la sensación de nisiquiera tenerse, tocar el sabor y el océano baliza de un simpledesnacer o un desentierro, y tú ríes o besas con certeza inalcanzable, la que pensaré cuandoviví el primer vientre y sus duras aguas que rencuentras escapando.Espuma, espuma. No sé cómo te llamé tú, sólo te llamo. |
La nube no habita el cielo aunque séptimo sea mientras tú crees ver croar en el estanque algo como un hilo de luz. Friso altorrelieve perdido entre el polvo casi tal como el que aún tocas o acto que semejas, la vida de una concha fuera de su caracol manando ángel o fuego desmadejado. No cuentes, que yerras con los ojos y con los dedos que manejan la vez de la bruma; que respiras lo que un acero partir parece y no hay más corazón que los diluvios. Si la aurora te tocó légamo o contrafuerte de un viento que no hallarás más allá de los pinares tal vez sólo des en vasija cierta o en compás tan sumamente delimitado que, cuando ya no puedas decir ni yo, lo considerarás absurdo como tu carne, absoluto, concreto. Advierte, date vuelta, yérguete de lo que está brillando, no aguardes el tallo fatal de las lluvias para copa trenzada de primer cieno. Y ante todo, olvida lo leído. Nubes, paisajes Recrearse en la pestaña o el guiño, la vidamuerte. Nacer camino de la mañana, fría como un rostro casi ajeno y ganarse eterno insecto de ámbar en algún cajón de sí: un logro. 'Esto es, esto es la nube', sostienes con la terquedad de una pupila inmóvil contemplando tras el pilar la columna, los dudosos penachos de la arena sólida entretanto. Y tu dedo pasa con huella de soplo mientras sólo es capaz de apuntar vapores, cúmulos que llueven o corren o desbastan tu piedra gris como un señuelo. Tú los sigues cuando ya es muy tarde para morir y saltar perlas de una fuente, de la insólita axila del estiércol, y descubrir que las nubes son peras o cuchillos o tienen pecho como la luna y que siempre besan sin tocarte. | Tras las nubes A Concha Pino, alma de muchosCuando la luz dudosa de un enero se aclara y no asiste ni la sombra de un cirro hay un cielo que late abigarrado y verde, una savia que inspirada circula. Si se va, galopa pétalo o hito sin trica en el lugar que cimentó solamente tu querencia; pero ése es el norte de lo encapotado, la victoria tras victoria con que brillas. Allí hay vergeles o vientos o los besos son muchedumbre; allí cuando miras y un desigual coro no se perpetra en la calle y, si te abandonas, sólo emigras de un humo gris y de las ruedas que llevan siempre a alguna parte. Tener es una osadía; ser, una nube que jamás abre. Si tenemos y somos, sólo pensamos y contemplamos el inmóvil sauce sin fluido disecado en un agua que se hinca. Como dios intermitente vive, como el pensamiento cercado menos en su aroma, y olvídate del plomo que las raíces, semejando iris, proyectan en tu torno. Gemelas Una, otra nube, la misma. O quizá una otra misma segunda. Todas viaje de la estrella o navaja o fruto incluso. En una palabra, nube. Nube que se quiebra. O su puzle, no sabría decir. Ni todas las tempestades me lo indicarían, todo lo más una certeza absoluta, o dos. La certeza se parece extraordinariamente a un ser vivo; sí, se parece. Pero no hay indiferencia del espejo en esquirlas, del mirador que se te muestra como un mundo cuando te sientes y quiere la luz hermanarte en dorada intermitencia. Y vives. Vapores resumidos: estás y estás. Dónde comienza el latir, dónde termina como silbido que tocas, como caricia que escuchas tú, contigo. Decide entre la indistinta bruma: que muera a una señal del pecho desatado en resoles. El firmamento acabado. Tragaluz que despide y congrega. |
|
0 comentarios:
Publicar un comentario